martes, mayo 29, 2007

MODELO: NO QUIERO "CORREGIRLO", SINO CAMBIARLO. BOSQUEJO DE UNA PROPUESTA DE FUTURO

Quien "corrige" el modelo está con el modelo y quiere afianzarlo, fortalecerlo, salvarlo. Yo quiero cambiarlo, pues lo considero intrínsecamente diseñado para servir a los menos a costa de los más. No es democrático, como que fue impuesto por una dictadura. No se traduce en "participación amplia del pueblo en las tareas y los bienes de la nación", esencia misma de la democracia. No es social, pues no favorece a los más débiles. Al contrario, favorece ampliamente a los ricos. No es justo, pues tiende a ensanchar las desigualdades. La brecha crece en vez de disminuir. Tampoco es, ni mucho menos, solidario, al promover el individualismo más brutal. El ciudadano común, o "de a pie", como también se dice hoy, está cada vez más sólo y desamparado. Como al modelo vigente le faltan todos los valores por los que he luchado toda la vida, ¿por qué he de querer "corregirlo" y así salvarlo? Mi "modelo" (aceptando por esta vez esta terminología discutible) es uno que se expresa en desarrollo integral para una sociedad solidaria. Se basa en un "humanismo integral y solidario", que es la gran meta que estudia y explica profundamente el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. De hecho, con ella parte esta obra magna. Sobre ambos aspectos esenciales (integralidad del desarrollo y solidaridad que atraviesa toda la construcción social) ya he escrito en este sitio algunos artículos breves, tratando de acercarme a una explicación coherente y asequible.
Terminado el Concilio Vaticano II, el Papa Paulo VI, en 1967, publicó una encíclica, Populorum progressio, sobre “la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos”. Dijo allí:
“El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre.” (PP, 14) “...el verdadero desarrollo... es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas.” (PP, 20)
Paulo VI agregó más adelante: “El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad.” (PP, 43)
Cuando Juan Pablo II visitó Chile hizo varias veces mención a una “cultura de la solidaridad” y a una “economía solidaria”. Durante la dictadura tuvimos también una Vicaría de la Solidaridad. Nada de esto se ha dicho o hecho en vano. La invitación es clara: hagan esto, encarnen esto, todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Se trata, entonces, de crear un Chile no atravesado por el individualismo, sino por la solidaridad. Esta es la tarea y esta sí que puede motivar a las generaciones jóvenes a entregarse a ella, llenando de sentido sus vidas todas. ¿Cómo lograrlo? Este punto es mucho más largo, pero adelanto lo esencial: sólo una larga marcha noviolenta activa alcanzará la meta. Mediante una revolución del amor se logrará construir, paso a paso, ladrillo sobre ladrillo, una auténtica civilización del amor.

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domingo, mayo 20, 2007

Relectura de ideas siempre jóvenes

He repasado un documento sumamente interesante, escrito por el Papa Pío XII, que él leyó, como Mensaje de Navidad, en 1944. Era la sexta Navidad en guerra que él pasaba como Papa y en la que hablaba al mundo entero para esta ocasión. Esta vez, ante la evidencia de que el totalitarismo nazi de Hitler y el totalitarismo fascista de Mussolini se venían abajo, en gran estilo, con mucha profundidad, reconcilió a la Iglesia Católica con la democracia. Hay que decir que este no fue un paso fácil, pues la institución eclesiástica había tenido una trayectoria conflictiva con la idea democrática, debido al origen laicista y anticlerical en que había nacido durante la revolución francesa. Pero, finalmente, Pío XII dio el paso y lo hizo muy bien. Su discurso merece leerse hoy, pues contiene conceptos de extraordinaria vigencia. Pío XII parte diciendo: "Aleccionados (los pueblos) por una amarga experiencia, se oponen con mayor energía al monopolio de un poder dictatorial incontrolable e intangible y exigen un sistema de gobierno más compatible con la dignidad y la libertad de los ciudadanos." A partir de esta premisa, el Papa quiere, como él dice, "examinar las normas según las cuales deberá ser regulada, de forma que pueda llamarse verdadera y sana democracia, adaptada a las circunstancias del momento presente". El primer principio que formula se refiere al valor de la persona humana. El hombre "como tal", dice, "lejos de ser el objeto y un elemento puramente pasivo de la vida social, es, por el contrario, y debe ser y permanecer, su sujeto, su fundamento y su fin." El Papa admite a continuación que la aplicación de la idea democrática puede darse en el marco de monarquías y repúblicas. Pasa después a dibujar el perfil que los ciudadanos deben tener en una democracia sana. Este es, a mi juicio, el aspecto más interesante y, a la vez, olvidado, de este Mensaje.
¿De qué se trata? Pío XII hace una distinción en el comportamiento de los ciudadanos. Éstos pueden actuar como "masa" o como "pueblo". Su conclusión es que una democracia sana necesita un comportamiento ciudadano como pueblo y no como masa. Por su riqueza, aquí resulta necesario reproducir la cita entera. Dice el Papa, en
efecto:

"16. Pueblo y multitud amorfa, o, como suele decirse, «masa», son dos conceptos diferentes. El pueblo vive y se mueve por su vida propia; la masa es de por sí inerte y sólo puede ser movida desde fuera. El pueblo vive de la plenitud de vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales -en su propio puesto y según su manera propia- es una persona consciente de su propia responsabilidad y de sus propias convicciones. La masa, por el contrario, espera el impulso del exterior, fácil juguete en manos de cualquiera que explote sus instintos o sus impresiones, presta a seguir sucesivamente hoy esta bandera, mañana otra distinta. De la exuberancia de vida propia de un verdadero pueblo se difunde la vida, abundante, rica, por el Estado y por todos los organismos de éste, infundiéndoles, con un vigor renovado sin cesar, la conciencia de su propia responsabilidad, el sentido verdadero del bien común. El Estado, por el contrario, puede servirse también de la fuerza elemental de la masa, manejada y aprovechada con habilidad: en las manos ambiciosas de uno solo o de muchos, reagrupados artificialmente por tendencias egoístas, el Estado mismo puede, con el apoyo de la masa, reducida a simple máquina, imponer su capricho a la parte mejor del verdadero pueblo; el interés común queda así gravemente lesionado por largo tiempo, y la herida es con frecuencia muy difícil de curar."

"17. De esta distinción se deduce otra clara consecuencia: la masa -tal como Nos ahora la hemos definido- es la enemiga capital de la verdadera democracia y de su ideal de libertad y de igualdad."

"18. En un pueblo digno de este nombre, el ciudadano siente en sí mismo la conciencia de su personalidad, de sus deberes y de sus derechos, de su propia libertad unida al respeto de la libertad y de la dignidad de los demás. En un pueblo digno de este nombre, todas las desigualdades, derivadas no del capricho, sino de la naturaleza misma de las cosas, desigualdades de cultura, de riquezas, de posición social -sin perjuicio, naturalmente, de la justicia y de la mutua caridad-, no son, en realidad, obstáculo alguno para que exista y predomine un auténtico espíritu de comunidad y de fraternidad. Más aún, esas desigualdades naturales, lejos de menoscabar en modo alguno la igualdad civil, confieren a ésta su legítimo significado, esto es, que, frente al Estado, cada ciudadano tiene el derecho de vivir honradamente su propia vida personal en el puesto y en las condiciones en que los designios y las disposiciones de la Providencia le han colocado."

¿Suena conocido o familiar en la realidad chilena? Me temo que sí. Es un tema digno de meditarse...

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domingo, mayo 13, 2007

JUNTA NACIONAL DE LA DC

Hacía dos décadas, a lo menos, que no asistía a una Junta Nacional de la DC. Ahora lo hice como "invitado fraternal" y pude ser testigo, ayer sábado, de la parte quizá más importante del debate político, posterior a la inauguración, que contempló los discursos de Michelle Bachelet y de Soledad Alvear. Fue un debate excepcionalmente interesante y estimulante para quien observa hoy la política sin abanderizarse con ninguna corriente interna, como me sucede en la actualidad. En la imposibilidad de ver todos los detalles, resumo aquí algunas impresiones:
  1. En primer lugar me llamó la atención Soledad Alvear. Hizo un gran discurso, bien preparado, que leyó con convicción y tono enérgico. Fue asertiva y enfática en todo lo sustancial. Mostró seguridad total en los varios momentos en que improvisó. Creo que en el pasado no fue siempre así. Pero hoy lo fue y eso la dejó de inmediato fortalecida en su liderazgo. Tiene un largo y pesado camino por delante, pero en este momento parte bien. En la elección de miembros del Consejo Nacional, obtuvo además un categórico respaldo de la Junta.
  2. Eduardo Frei hizo también un discurso notable, tocando fibras emocionales poderosas, como cuando habló de él y de su trayectoria política que comenzó al lado de su padre, y mostrando la veteranía de quien ya gobernó Chile por seis años, como cuando trató de los problemas que hoy están en la agenda política nacional. Notable, por su coraje, fue el momento en que expresó su visión del Transantiago: afirmando que "es preferible ponerse rojo una vez, que cien veces amarillo" planteó derechamente la estatización del sistema de transporte público de Santiago. Creo que dejó pestañeando a todo el mundo con este planteamiento, porque viene de quien viene, o sea, de un político nada sospechoso de estatista, ex empresario. Esta propuesta abrirá un debate interesante y necesario.
  3. La otra intervención esperada era la de Adolfo Zaldívar. Fue la más compleja de todas, porque debió exponer una posición disidente cargada de detalles de difícil explicación. El balance que hago no es bueno para él. Encontré pobre la argumentación para justificar su distancia con el ex Presidente Lagos y lamentable la descripción histórica que hizo de la trayectoria de la izquierda. Esta última fue francamente una caricatura. Tampoco me pareció bien presentado el tema predilecto de él referido a la "corrección del modelo" Esperaba mucho más de este dirigente con tanta trayectoria. Ayer estuvo débil y creo que eso se reflejó en la votación para elegir miembros del Consejo Nacional. Quedó como una minoría bastante más pequeña que la que tenía hasta ahora.
  4. El discurso más brillante y entretenido fue, sin duda alguna, el de Ricardo Hormazábal. Gran orador y polemista, se paseó por todos los temas importantes de un modo que, en general, despertó la simpatía de toda la Junta, que lo ovacionó de pie cuando terminó de hablar.
  5. Otras dos intervenciones que escuché me parecieron sólidas y brillantes: las de Ignacio Walker y de Sergio Micco. Pero ellos, al igual que el orador anterior, no tienen ni el peso político ni la connotación pública de Soledad Alvear, Eduardo Frei y Adolfo Zaldívar, aunque sí sean auténticas reservas de la DC. No pude quedarme hasta el término del debate, pues debí volver a Valparaíso anoche mismo.
Lo que ví y escuché me dejó la sensación de una fuerza política viva, vigente y capaz de resolver sus crisis. El resultado final de la Junta así lo demuestra. El PDC ratifica su permanencia en la Concertación, apoyando y siendo parte del gobierno de la Presidenta Bachelet, así como su voluntad unitaria. Se prepara, además, para llevar a cabo un Congreso Nacional programático, que ratificará sus raíces doctrinarias y no se enredará en un debate sobre ideología. Todo esto es promisorio si los DC trabajan bien y hacen sus tareas adecuadamente. Capacidad les sobra. Pero deben poner buena voluntad, generosidad y voluntad de servicio a Chile para tener éxito. De lo contrario, la ciudadanía pasará la cuenta. Por lo dinámica que es la política chilena en la actualidad, corresponde estar atentos.

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