miércoles, septiembre 26, 2007

COMENTARIO A UN LIBRO DE ACTUALIDAD

Publico a continuación un comentario del periodista Patricio Vargas

Comentario al libro sobre Renán Fuentealba

Si bien el título del libro “Renán Fuentealba. En la génesis de la Concertación” , de Ignacio González Camus, se refiere al ex senador, ex presidente del PDC, ex embajador y ex Intendente, este libro cruza la historia de los grandes líderes del partido demócrata cristiano como Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Patricio Aylwin, Andrés Zaldívar, Jaime Castillo Velasco, Tomás Reyes e Ignacio Palma. Las opiniones y actuaciones de estos personajes de la política generaron más de un vez discrepancias y polémicas entre ellos, especialmente tras el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Pero también están presentes los generales Carlos Prats y Augusto Pinochet, que bien sabemos son personajes que han pasado a la historia más como políticos que como militares.

La génesis del falangismo –sus orígenes en la juventud del partido conservador- la creación de la democracia cristiana, el triunfo de Frei Montalva en 1964, su gobierno y relación con la DC, la rebeldía del general Viaux, la elección de Allende, su ratificación por el Congreso pleno, los problemas de la Unidad Popular, los diálogos infructuosos entre el PDC y Allende, la intervención de la CIA, el golpe militar, las posturas divergentes de los DC frente al fin de la democracia (está como se gestó la carta de los 13 DC contra el golpe), el régimen de Pinochet, el exilio, el acercamiento del PDC con la izquierda, la formación de la Concertación de Partidos por la Democracia, la llegada de Patricio Aylwin a La Moneda en 1990, le dan luz y color a estas 303 páginas.

Citas de cartas de Renán Fuentealba intercambiadas con Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin y de éstos con Bernardo Leighton, la carta a Mariano Rumor, intervenciones de Radomiro Tomic, dan cuenta de los roces y divisiones al interior del PDC, especialmente de la visión contrapuesta frente al golpe militar y las vías y alianzas para retornar a la democracia.

El relato trae detalles novedosos e inusitados de la expulsión del país de Renán Fuentealba, que un 26 de noviembre de 1974 lo llevó al exilio por algunos días a Perú y después varios años en Costa Rica y Venezuela, que sumaron nueve. Las circunstancias de su llegada en penumbras al aeropuerto de Pudahuel por un camino de tierra y su salida misteriosa en un vuelo Lan que iba hacia Estados Unidos, pero con instrucciones a su piloto para detenerse en una escala no prevista en Panamá para dejar a Fuentealba, quien se negó a hacerlo y logró desembarcar en Lima y las negociaciones con Perú y Costa Rica para su ingreso, son los argumentos propios de una película sobre una dictadura fascista que no respetaba los derechos humanos.

Un capítulo especial se dedica al conflicto en radio Presidente Balmaceda, propiedad del PDC, fiel reflejo de la divergencia al interior del partido, donde todos los periodistas -cuando ya Belisario Velasco había dejado la emisora tras su relegación en Putre- fueron despedidos por José Miguel Fritis (hoy expulsado del PDC) y Marcelo Rozas, este último descrito como un censurador que usaba un “grueso plumón” para borrar “los párrafos que estimaba inconvenientes”.

Fuertes citas de discrepancia y recriminaciones entre Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin por un lado y Renán Fuentealba y Bernardo Leighton por el otro, forman parte de las hojas finales de este libro que se lee rápido, que entretiene y que nos trae el recuerdo de personajes que sólo ayer fueron grandes figuras públicas.

Uno de los más álgidos debates se dio por la participación de Fuentealba en la reunión en la localidad venezolana de Colonia Tovar, en julio de 1975, la cual vista con la perspectiva de hoy, “virtualmente …procreó la Concertación”, según escribe González en esta obra.

Fuentealba reclamó contra Aylwin por no haber constituido una directiva integrada del PDC como lo había prometido. El ex senador, en su exilio en Costa Rica en 1976, lamentó que Frei no hubiera aceptado una invitación del Presidente de ese país centroamericano, Daniel Oduber, para visitar San José. Le indicó que un ex Presidente de la República y destacado líder chileno “no puede estar jamás en una actitud pasiva ni medir riesgos”.

Pero más tarde, ese mismo año, Fuentealba vio un signo positivo en el escrito de Frei titulado El Mandato de la Historia y las Exigencias del Porvenir. Escribió en una carta a Mariano Ruiz-Esquide: “Tiene olor a Colonia Tovar, perfume que, por lo visto, perdura”.

Renán Fuentealba, sin permiso, viajó a Chile en enero de 1982 junto a Castillo Velasco y Claudio Huepe para asistir al funeral de Eduardo Frei, pero fueron reembarcados de vuelta.

Fuentealba, ya de vuelta en Chile, en agosto de 1984 consultado por el Fortín Mapocho sobre la necesidad de la unidad de la oposición para enfrentar a la dictadura, dijo: “Prefiero hablar de concertación. Es un término más adecuado, porque se trata de conducir a identidad de fines…Esta concertación la considero indispensable. Sin ella, la dictadura permanecerá inamovible. Con ella, su caída será inminente”.

Renán Fuentealba, a sus 89 años, en su inacabada obra Testimonio de un Político escribió: “Me propuse decir siempre la verdad. Si no se podía decir la verdad, mejor callar. Pero nunca mentir…creo que eso es lo que ha faltado en la política chilena. La gente no se ha dicho la verdad, han tratado de engañarse unos a otros. O esconder cosas y no decirlas. Hay excepciones de políticos, pero, en general, la política ha sido muy barata en ese sentido. Hay mucha gente que quiere arribar a los cargos políticos y ser diputado o senador y cree que la política consiste en hacer diabluras”.

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miércoles, septiembre 19, 2007

¿QUÉ CELEBRAMOS EL 18 DE SEPTIEMBRE?

Es bueno hacerse esta pregunta, porque la respuesta no es la que tiene "en la punta de la lengua" la mayoría de la gente en nuestro país, a saber, que celebramos el aniversario de la Independencia de Chile. En estricto rigor, eso no es exacto, pues lo que celebramos es un primer gesto de autonomía de los criollos frente a una empresa colonial que había caído en manos francesas (Napoleón), sacando del poder en España a Fernando VII. La autoridad y dependencia de la corona española no fue puesta en duda el 18 de septiembre de 1810. Eso comenzó a suceder de a poco, en un proceso con altibajos múltiples. Recién en 1818, el 12 de Febrero, se pudo proclamar, oficial y solemnemente, la independencia de Chile. El tema es relevante, porque el 18 de septiembre de 2010 vamos a entrar a una verdadera seguidilla de "bicentenarios": desde este primer acto de autonomía para gobernarse, no considerado como una liberación del poder colonial español, pasando por la creación del Congreso Nacional en 1811 y la elaboración y promulgación de la primera constitución (se llamó simplemente "reglamento constitucional") en 1812, incluyendo las derrotas (Rancagua, por ejemplo en 1814) y las victorias (Chacabuco y Maipú en 1817) más sonadas, hasta culminar en la mencionada declaración solemne de la independencia definitiva de Chile en la mencionada fecha del 12 de febrero de 1818. En verdad, vamos a vivir una verdadera "década de bicentenarios". Si viéramos así la etapa que viene, podríamos todos los chilenos dedicarla a "repensar" nuestro país, haciendo balances serios sobre luces y sombras experimentados en los últimos 200 años, con el fin de darle al tercer siglo de vida una fisonomía más acorde con las necesidades del conjunto de nuestra sociedad. Dejo planteada esta idea en este sitio, para su discusión.

lunes, septiembre 03, 2007

NOVIOLENCIA: HERRAMIENTA DEL BIEN Y LA JUSTICIA EN DEMOCRACIA

Manifestaciones recientes en Santiago, acompañadas por hechos puntuales de mucha violencia y encono, obligan a discutir y plantear de nuevo algunas cosas. Antes que nada, ellas repiten en forma calcada circunstancias anteriores, donde ciudadanos pacíficos, pero necesitados de manifestarse, de llamar la atención o de protestar (a lo que tienen pleno derecho), se ven atrapados por una espiral de violencia que desatan unos pocos y que desnaturalizan el carácter no violento que le dieron originalmente a sus actos. Esto me recuerda una polémica surgida en plena dictadura de Pinochet en torno a los métodos de lucha a emplear para reconquistar la democracia. Había fuerzas, claramente mayoritarias, inclinadas a utilizar la vía de la noviolencia activa, que renunciaba deliberada y conscientemente al uso de la violencia. Pero también había quienes planteaban recurrir a "todas las formas de lucha", lo que implicaba añadir violencia a lo que se hacía sin ella. Fue una discusión de nunca acabar, que se resolvió en la práctica aislando a estos últimos. La razón residía en una convicción firme y válida: una democracia estable y sólida sólo puede construirse por caminos noviolentos. El tren de la violencia para derrocar una dictadura no se detiene en la estación de la democracia, sino en el otro extremo, en el de una nueva dictadura, con el resultado de la frustración y nuevas tragedias, donde predominará -¡otra vez!- el envilecimiento humano propio de la violencia. En definitiva, Chile eligió en 1988, en el plebiscito en que triunfó la opción del "NO", el mejor camino posible. Como sucede en estos casos, no era el ideal, pero era el que más se alejaba del mal mayor (la prolongación de Pinochet en el poder por ocho años más) en ese preciso momento histórico.
Hoy hemos recorrido ya un camino y se han perfeccionado algunas cosas. Queda mucho más por hacer y eso hay que emprenderlo con decisión, valentía y audacia, pero sin violencia. La democracia alcanzada ya es un logro, pero nunca va a poder ser perfeccionada, como es categóricamente necesario, si se recurre a la violencia. Si la noviolencia activa fue una vez el camino para "conquistar" la democracia (ver mi libro de 1984 sobre este tema: "La noviolencia activa, camino para conquistar la democracia" que está completo en la WEB: buscarlo en http://noviolencia-activa.blogspot.com o en http://ciberamerica.blogspot.com), ella es hoy el camino "de" la democracia. Esto implica la necesidad de aislar a los violentos en las acciones noviolentas. De lo contrario, triunfarán aquellos, desnaturalizando lo que se busca y pretende. Los noviolentos deberán ser muy creativos para lograr este efecto, pues tendrán que comenzar por intentar persuadir a los violentos de que sus métodos son errados y no consiguen lo que proclaman buscar. Si fracasan en este empeño, lo que es probable, deberán planificar sus acciones noviolentas de tal modo que, ante las cámaras de televisión y, por ende, ante todo el mundo, quede en claro quiénes son pacíficos en sus actos de protesta y quiénes no lo son. Se trata de una clarificación que puede ser incómoda de llevar a cabo, pero que es necesaria para el éxito de lo que se busca y para fortalecer la democracia.

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