lunes, septiembre 03, 2007

NOVIOLENCIA: HERRAMIENTA DEL BIEN Y LA JUSTICIA EN DEMOCRACIA

Manifestaciones recientes en Santiago, acompañadas por hechos puntuales de mucha violencia y encono, obligan a discutir y plantear de nuevo algunas cosas. Antes que nada, ellas repiten en forma calcada circunstancias anteriores, donde ciudadanos pacíficos, pero necesitados de manifestarse, de llamar la atención o de protestar (a lo que tienen pleno derecho), se ven atrapados por una espiral de violencia que desatan unos pocos y que desnaturalizan el carácter no violento que le dieron originalmente a sus actos. Esto me recuerda una polémica surgida en plena dictadura de Pinochet en torno a los métodos de lucha a emplear para reconquistar la democracia. Había fuerzas, claramente mayoritarias, inclinadas a utilizar la vía de la noviolencia activa, que renunciaba deliberada y conscientemente al uso de la violencia. Pero también había quienes planteaban recurrir a "todas las formas de lucha", lo que implicaba añadir violencia a lo que se hacía sin ella. Fue una discusión de nunca acabar, que se resolvió en la práctica aislando a estos últimos. La razón residía en una convicción firme y válida: una democracia estable y sólida sólo puede construirse por caminos noviolentos. El tren de la violencia para derrocar una dictadura no se detiene en la estación de la democracia, sino en el otro extremo, en el de una nueva dictadura, con el resultado de la frustración y nuevas tragedias, donde predominará -¡otra vez!- el envilecimiento humano propio de la violencia. En definitiva, Chile eligió en 1988, en el plebiscito en que triunfó la opción del "NO", el mejor camino posible. Como sucede en estos casos, no era el ideal, pero era el que más se alejaba del mal mayor (la prolongación de Pinochet en el poder por ocho años más) en ese preciso momento histórico.
Hoy hemos recorrido ya un camino y se han perfeccionado algunas cosas. Queda mucho más por hacer y eso hay que emprenderlo con decisión, valentía y audacia, pero sin violencia. La democracia alcanzada ya es un logro, pero nunca va a poder ser perfeccionada, como es categóricamente necesario, si se recurre a la violencia. Si la noviolencia activa fue una vez el camino para "conquistar" la democracia (ver mi libro de 1984 sobre este tema: "La noviolencia activa, camino para conquistar la democracia" que está completo en la WEB: buscarlo en http://noviolencia-activa.blogspot.com o en http://ciberamerica.blogspot.com), ella es hoy el camino "de" la democracia. Esto implica la necesidad de aislar a los violentos en las acciones noviolentas. De lo contrario, triunfarán aquellos, desnaturalizando lo que se busca y pretende. Los noviolentos deberán ser muy creativos para lograr este efecto, pues tendrán que comenzar por intentar persuadir a los violentos de que sus métodos son errados y no consiguen lo que proclaman buscar. Si fracasan en este empeño, lo que es probable, deberán planificar sus acciones noviolentas de tal modo que, ante las cámaras de televisión y, por ende, ante todo el mundo, quede en claro quiénes son pacíficos en sus actos de protesta y quiénes no lo son. Se trata de una clarificación que puede ser incómoda de llevar a cabo, pero que es necesaria para el éxito de lo que se busca y para fortalecer la democracia.

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