lunes, marzo 24, 2008

COMENTARIO A UNA REFLEXIÓN INTERESANTÍSIMA DE MANUEL ANTONIO GARRETÓN

El artículo del sociólogo Manuel Antonio Garretón, "La OEA, en busca de la legitimidad perdida", publicado esta mañana en el diario Clarín de Buenos Aires me estimula a hacer un comentario breve y sobre la marcha. Debo partir diciendo que comparto todo su análisis. Su postura es verdadera y sólo intentaré aterrizarla con un planteamiento, nacido de experiencias personales, que hice en numerosas ocasiones entre 2000 y 2003, años en los que ocupé el cargo de Secretario Permanente del Sistema Económico Latinoamericano, SELA, con sede en Caracas. El problema planteado por Garretón se arrastra desde hace mucho tiempo y ha sido abordado por los Estados latinoamericanos en más de una ocasión. En la década de los 60 del siglo pasado se creó la CECLA (Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana). Su resultado más notable fue el "Consenso de Viña del Mar" en 1969, que llevó a Gabriel Valdés, el canciller chileno de la época, a hablar por América Latina ante el Presidente Nixon y su Secretario de Estado, Henry Kissinger, y expresarles con total franqueza la diferencia de intereses de la región frente a los de la gran potencia del Norte. La CECLA funcionó con una Secretaría Pro Tempore, en que los países se rotan cada seis meses para ejercerla. Años después, en 1975, por iniciativa de los Presidentes Echeverría, de México, y Pérez, de Venezuela, surgió, por tratado firmado en Panamá, el SELA. Este instrumento fue ratificado por 28 Estado latinoamericanos. Funciona, hasta ahora, en Caracas con una Secretaría Permanente. Lamentablemente, los Estados Miembros no han participado con entusiasmo en el SELA y no han aprovechado todas sus potencialidades, que son muchas, pero dependen siempre de su voluntad política. Pudiendo haber desarrollado desde ese núcleo lo que hoy es, parcialmente, el Grupo de Río, prefirieron olvidarse de ello y crearlo por separado, volviendo a utilizar el mecanismo de las Secretaría Pro Tempore. Por ahora, quiero dejar constancia de que la solución técnica y práctica al problema planteado por Garretón está a la mano. Bastaría una decisión política para: 1) completar la composición del Grupo de Río con los países que aún no participan en él y 2) utilizar al SELA como Secretaría Permanente del mismo; y el mecanismo estaría listo para funcionar. Con el pago de las cuotas adeudadas al SELA y las que deben pagarse anualmente (muy bajas), el organismo podría funcionar eficientemente en todas las tareas principales. Está dotado de una muy buena sede en Caracas y de un personal que conoce su oficio y que se volvería a motivar con una tarea así. No hablo en teoría. Siendo canciller peruano Allan Wagner, le pidió al SELA, cuando yo era su Secretario Permanente, que cooperara con su país, que ejercía la Secretaría Pro Tempore, en la preparación de los contenidos sustantivos de la Reunión de Cancilleres del Grupo de Río (se hizo en Trujillo) y de la Cumbre posterior de Presidentes (en el Cuzco). El trabajo del SELA recibió elogios y sentó un precedente de un curso de acción que ahora podría perfeccionarse. El mecanismo funciona cuando se quiere que funcione.

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sábado, marzo 22, 2008

¿GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD?

Semana Santa se presta para reflexiones trascendentes. Después de todo, la sola afirmación de los cristianos de que Jesús fue crucificado un viernes, pasó todo el sábado en la oscuridad de la muerte, pero resucitó el domingo "en gloria y majestad", ya abre un mar de interrogantes que nuestra limitada inteligencia no terminará nunca de desentrañar en plenitud. Renunciando de antemano al intento de penetrar en estos misterios, queda siempre la sensación de un hombre excepcional, extremadamente compasivo, que amó a la especie humana y sacrificó su vida por ella, tratando de mostrarle un camino de salvación. Jesús fue solidario hasta el extremo con una humanidad que, desde siempre, se había desarrollado en el dolor y que, con el tiempo, experimentaría sufrimientos peores y de dimensiones inimaginables. Su gesto supremo abrió la esperanza en un mundo dominado por la solidaridad. Esta señal y su mensaje respectivo ha atravesado los tiempos y hoy, en tiempos de una globalización nacida en el marco de valores individualistas extremos, adquiere otra vez una vigencia inusitada. En efecto, mientras la globalización llegó para quedarse, la forma en que se ha organizado muestra, cada día más, debilidades intrínsecas a cualquier globalización unidimensional de los valores humanos. Si hubiésemos globalizado primero el valor de la solidaridad, el mundo sería hoy distinto y mejor, aunque, probablemente, algunos sectores muy minoritarios, que hoy viven en la extrema abundancia, no hubiesen podido alcanzar hoy esos niveles. La forma extremadamente liberal e individualista en que todo se ha organizado ha mutilado a la persona humana, en general, y a los más débiles, en particular. Por eso, una lucha sin violencia por globalizar la solidaridad es quizá, hoy, la invitación más estimulante que se puede hacer a las nuevas generaciones. El mensaje viene de alguien tan actual que parece convocar a la humanidad desde el futuro.

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jueves, marzo 13, 2008

CATARSIS II: ¿UN MOMENTO DE REFLEXIÓN TOTAL EN AMÉRICA LATINA?

Después de la Cumbre del Grupo de Río se ha abierto un abanico tan grande de problemas a resolver y de lecciones a aprender, que no vacilaría en decir que, una vez más, estamos en "un momento de reflexión total". La feliz expresión no es mía, sino de Paulo VI, quien, considerando que la Iglesia se encontraba en un momento así, la expresó al inaugurar la Conferencia del Episcopado Latinoamericana celebrada en Medellín, Colombia, en 1968. Creo que ella es aplicable hoy al conjunto de la realidad latinoamericana, tan compleja y cargada de desafíos, que obliga a un esfuerzo especial, extraordinario, de reflexión y diálogo, para encontrar nuevos caminos cuando los que hoy se recorren se muestran cada vez más insuficientes. Enunciaré aquí algunas temáticas gruesas, que requieren clarificaciones múltiples y, en muchos casos, volver a ser reformuladas desde la raíz:
  1. El Grupo de Río no resolvió los problemas de la coyuntura, pero distendió la atmósfera y abrió una oportunidad para enfrentarlos con más serenidad. No obstante, algo quedó claro: lo que hizo Colombia en la frontera con Ecuador no es el camino. Aceptarlo sentaba un precedente a la larga fatal para todos. Pero hay que hacer un esfuerzo por comprender, no tanto a Uribe, que es pasajero, como a su país entero: la situación en que vive la población es insoportable. Además, como quedó en evidencia, amenaza con seguir produciendo efectos en cadena no deseados en la región o, a lo menos, en los vecinos de Colombia. Con sensatez y buena voluntad hay que buscar una solución. Empezar con un intercambio humanitario es el primer paso. La libertad de Ingrid Betancourt es, además, la primera prioridad para todos. Lograda, se podrá seguir avanzando.
  2. Simultáneamente, hay un debate político y económico que va creciendo en América Latina, empujado por la necesidad de superar obstáculos múltiples. En este campo hay una suerte de situación de reconcurso de las grandes corrientes políticas, pues todas ellas fueron pensadas para la sociedad industrial que hoy retrocede en importancia ante el avance a toda máquina de la sociedad del conocimiento. Para esta nueva realidad nadie ha encontrado una ruta segura. Ni el neoliberalismo, ni el llamado "socialismo del siglo XXI", ni el comunismo, ni la Democracia Cristiana, ni los socialdemócratas, ni los ecologistas, para citar solamente las corrientes más perfiladas del presente, han logrado dar las respuestas que la nueva realidad les pide. Todo lo que dicen es, hasta ahora, bastante impreciso.
  3. Hay mucha hojarasca que oculta lo sustantivo de algunos fenómenos, produciendo errores fatales de diagnóstico. Típico es el caso de la globalización, tan de moda, pero tan mal analizada hasta ahora. O el caso del concepto de desarrollo, donde con majadería todavía se lo confunde con puro crecimiento. Hay una gigantesca tarea conceptual por realizar para que volvamos a hablar el mismo idioma y podamos orientar la acción en forma segura. El pensamiento precede a la acción. "En el principio era el Verbo" se lee en la Biblia. Y para quienes leen a Lenín van a encontrar en sus escritos, en algún momento, lo siguiente: "No hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria". Lo primero es la idea clara. Sin ella, la acción se extravía.
Este simple y, seguramente, incompleto esbozo, pone de relieve la magnitud de la tarea que tenemos todos por delante. ¡Es un momento de reflexión total!

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martes, marzo 11, 2008

CATARSIS EN EL GRUPO DE RÍO

Nunca en mi vida -ya no tan corta-, involucrado en temas de política exterior, había visto una reunión de jefes de Estado y de Gobierno latinoamericanos tan dramática y tensa, y con final feliz cuasi cinematográfico, como la que presencié a través de la televisión el viernes pasado cuando se transmitió, en vivo y en directo, el duelo verbal entre los presidentes de Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Colombia. Había presenciado otras en el pasado, pero una como ésta, jamás. Fue de antología. Sucedió en la República Dominicana. No repetiré lo que todos vimos en TV, pero la secuencia inicial, con ataques terribles (¡por lo sólidos!) en contra del presidente colombiano, Álvaro Uribe, por parte del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, hizo temer lo peor durante largo rato. El primero quedó acorralado por el segundo, lo que se afianzó con las intervenciones de los demás presidentes, lo que obligó a Uribe a reconocer los hechos más graves y a pedir excusas. Después de una ronda que semejó a una catársis como las que suelen darse en las llamadas "terapias de grupo", cual pacientes dañados que buscan sacar de su alma lo que los oprime, el "psiquiatra" conductor de la experiencia, el presidente dominicano, Leonel Fernández, rompió el hielo y llamó a todos, pero en particular a los más enconados contrincantes a darse la mano y abrazarse. Parecía pedir lo imposible. Sin embargo, no se equivocó. Uribe no vaciló. Percibió en forma instantánea que esto, por difícil que fuese, lo podía sacar del aislamiento en que había quedado. Se paró y avanzó decidido. En escenas inolvidables se dio la mano con Hugo Chávez, Daniel Ortega y Rafael Correa. Sobre caliente restableció el diálogo y arregló, ante micrófonos y cámaras funcionando, asuntos importantes con los dos primeros. Con más frialdad de parte de Correa, que representaba después de todo a la parte gravemente ofendida, también estrechó su mano y, en cierta forma, reinició el contacto roto. En este breve comentario quiero solamente insinuar una hipótesis: lo vivido demostró que instancias como el Grupo de Río abren posibilidades de un camino propio latinoamericano y caribeño de resolución de conflictos intrazonales. Esta idea deberá ser analizada y desarrollada de ahora en adelante, buscando perfeccionar este mecanismo para darle a la región la garantía de que puede, por sí misma, resolver todos sus problemas básicos. Hasta aquí, por ahora.

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