martes, marzo 11, 2008

CATARSIS EN EL GRUPO DE RÍO

Nunca en mi vida -ya no tan corta-, involucrado en temas de política exterior, había visto una reunión de jefes de Estado y de Gobierno latinoamericanos tan dramática y tensa, y con final feliz cuasi cinematográfico, como la que presencié a través de la televisión el viernes pasado cuando se transmitió, en vivo y en directo, el duelo verbal entre los presidentes de Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Colombia. Había presenciado otras en el pasado, pero una como ésta, jamás. Fue de antología. Sucedió en la República Dominicana. No repetiré lo que todos vimos en TV, pero la secuencia inicial, con ataques terribles (¡por lo sólidos!) en contra del presidente colombiano, Álvaro Uribe, por parte del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, hizo temer lo peor durante largo rato. El primero quedó acorralado por el segundo, lo que se afianzó con las intervenciones de los demás presidentes, lo que obligó a Uribe a reconocer los hechos más graves y a pedir excusas. Después de una ronda que semejó a una catársis como las que suelen darse en las llamadas "terapias de grupo", cual pacientes dañados que buscan sacar de su alma lo que los oprime, el "psiquiatra" conductor de la experiencia, el presidente dominicano, Leonel Fernández, rompió el hielo y llamó a todos, pero en particular a los más enconados contrincantes a darse la mano y abrazarse. Parecía pedir lo imposible. Sin embargo, no se equivocó. Uribe no vaciló. Percibió en forma instantánea que esto, por difícil que fuese, lo podía sacar del aislamiento en que había quedado. Se paró y avanzó decidido. En escenas inolvidables se dio la mano con Hugo Chávez, Daniel Ortega y Rafael Correa. Sobre caliente restableció el diálogo y arregló, ante micrófonos y cámaras funcionando, asuntos importantes con los dos primeros. Con más frialdad de parte de Correa, que representaba después de todo a la parte gravemente ofendida, también estrechó su mano y, en cierta forma, reinició el contacto roto. En este breve comentario quiero solamente insinuar una hipótesis: lo vivido demostró que instancias como el Grupo de Río abren posibilidades de un camino propio latinoamericano y caribeño de resolución de conflictos intrazonales. Esta idea deberá ser analizada y desarrollada de ahora en adelante, buscando perfeccionar este mecanismo para darle a la región la garantía de que puede, por sí misma, resolver todos sus problemas básicos. Hasta aquí, por ahora.

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