domingo, octubre 14, 2007

EL V CONGRESO DE LA DC (I)

Casi 16 años tardó la DC chilena en hacer su Congreso Nacional, máxima instancia partidaria, que decide las grandes líneas doctrinarias, ideológicas y programáticas a las que debe someterse la DC. De ahí su incuestionable importancia. En su denominación ante la opinión pública predominó la descripción de ideológico, pero también hubo dirigentes que lo llamaron Congreso "doctrinario", "programático" o "para el cambio". Como, en verdad, estaba destinado un poco a todo esto, como sucedió en la realidad, pienso que habría bastado llamarlo V Congreso Nacional de la DC. Así debiera quedar en la historia de esta fuerza política.
Como era de esperar, las grandes líneas doctrinarias, basadas en el humanismo cristiano, fueron ratificadas solemnemente. Ellas, al contener principios universales de valor permanente, no cambian en el tiempo. Es su aplicación la que, sin dañar nunca su esencia, sufre modificaciones cada vez que cambia la realidad.
Sí. La realidad cambia constantemente. En nuestro caso, Chile no es hoy el mismo país de 1991, año del IV Congreso Nacional de la DC. En aquél momento veníamos saliendo de una dictadura de 16 años y medio, y los problemas a enfrentar eran diferentes a los de ahora. El mundo entero experimentaba, además, unos cambios históricos únicos. En 1989 había caído el muro de Berlín, se desintegraba la Unión Soviética, se reunificaba Alemania, terminaba la Guerra Fría, entrábamos en una globalización unidimensional y unipolarmente organizada bajo hegemonía norteamericana, se imponía el "pensamiento único" en la economía y la democracia se expandía como nunca antes. Ciertos optimistas llegaron a proclamar "el fin de la historia". Hoy, en este momento, Chile ha dejado atrás las prácticas dictatoriales más detestables que haya sufrido en su historia, ha mejorado algo el sistema político heredado a través de reformas a la Constitución, ha dado pasos en verdad y justicia en el tema de los derechos humanos. También ha introducido equidad al crecimiento económico y ha disminuido significativamente la pobreza y mucho más la indigencia. Hay tareas hechas y tareas pendientes, hay cosas que se hicieron bien y algunas que se hicieron mal. Luces y sombras hubo. De ninguna de ellas fue ajena la DC. Por todo esto, el V Congreso de la DC fue un proceso, un evento con largo trayecto preparatorio, en el cual lo principal estuvo en el camino mismo, por ejemplo en el acto de "escuchar a Chile" en más de 200 paneles que, a lo largo de todo el país, puso a los militantes a oír lo que decían de la DC los no DC y a aprender de ello; o en los numerosos talleres en que se discutieron detalladamente los diversos temas; o en los congresos comunales y regionales, etc. Lo sucedido en los últimos tres días fue solamente la culminación de los anterior. Terminó así una etapa y ahora se abre por delante la ardua tarea de traducir los acuerdos alcanzados en una praxis política renovada y progresista que responda bien a los nuevos desafíos abiertos hacia el porvenir.
En el siguiente artículo iniciaré el análisis de contenido de los principales acuerdos logrados.

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