jueves, marzo 13, 2008

CATARSIS II: ¿UN MOMENTO DE REFLEXIÓN TOTAL EN AMÉRICA LATINA?

Después de la Cumbre del Grupo de Río se ha abierto un abanico tan grande de problemas a resolver y de lecciones a aprender, que no vacilaría en decir que, una vez más, estamos en "un momento de reflexión total". La feliz expresión no es mía, sino de Paulo VI, quien, considerando que la Iglesia se encontraba en un momento así, la expresó al inaugurar la Conferencia del Episcopado Latinoamericana celebrada en Medellín, Colombia, en 1968. Creo que ella es aplicable hoy al conjunto de la realidad latinoamericana, tan compleja y cargada de desafíos, que obliga a un esfuerzo especial, extraordinario, de reflexión y diálogo, para encontrar nuevos caminos cuando los que hoy se recorren se muestran cada vez más insuficientes. Enunciaré aquí algunas temáticas gruesas, que requieren clarificaciones múltiples y, en muchos casos, volver a ser reformuladas desde la raíz:
  1. El Grupo de Río no resolvió los problemas de la coyuntura, pero distendió la atmósfera y abrió una oportunidad para enfrentarlos con más serenidad. No obstante, algo quedó claro: lo que hizo Colombia en la frontera con Ecuador no es el camino. Aceptarlo sentaba un precedente a la larga fatal para todos. Pero hay que hacer un esfuerzo por comprender, no tanto a Uribe, que es pasajero, como a su país entero: la situación en que vive la población es insoportable. Además, como quedó en evidencia, amenaza con seguir produciendo efectos en cadena no deseados en la región o, a lo menos, en los vecinos de Colombia. Con sensatez y buena voluntad hay que buscar una solución. Empezar con un intercambio humanitario es el primer paso. La libertad de Ingrid Betancourt es, además, la primera prioridad para todos. Lograda, se podrá seguir avanzando.
  2. Simultáneamente, hay un debate político y económico que va creciendo en América Latina, empujado por la necesidad de superar obstáculos múltiples. En este campo hay una suerte de situación de reconcurso de las grandes corrientes políticas, pues todas ellas fueron pensadas para la sociedad industrial que hoy retrocede en importancia ante el avance a toda máquina de la sociedad del conocimiento. Para esta nueva realidad nadie ha encontrado una ruta segura. Ni el neoliberalismo, ni el llamado "socialismo del siglo XXI", ni el comunismo, ni la Democracia Cristiana, ni los socialdemócratas, ni los ecologistas, para citar solamente las corrientes más perfiladas del presente, han logrado dar las respuestas que la nueva realidad les pide. Todo lo que dicen es, hasta ahora, bastante impreciso.
  3. Hay mucha hojarasca que oculta lo sustantivo de algunos fenómenos, produciendo errores fatales de diagnóstico. Típico es el caso de la globalización, tan de moda, pero tan mal analizada hasta ahora. O el caso del concepto de desarrollo, donde con majadería todavía se lo confunde con puro crecimiento. Hay una gigantesca tarea conceptual por realizar para que volvamos a hablar el mismo idioma y podamos orientar la acción en forma segura. El pensamiento precede a la acción. "En el principio era el Verbo" se lee en la Biblia. Y para quienes leen a Lenín van a encontrar en sus escritos, en algún momento, lo siguiente: "No hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria". Lo primero es la idea clara. Sin ella, la acción se extravía.
Este simple y, seguramente, incompleto esbozo, pone de relieve la magnitud de la tarea que tenemos todos por delante. ¡Es un momento de reflexión total!

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