sábado, abril 11, 2009

FACTORES INTERNOS Y EXTERNOS DEL MALESTAR ACTUAL

Hace varios meses, en los mismos días en que estallaba la crisis -hoy mundial- en los Estados Unidos (septiembre del 2008), dejé escritas, como borrador, las palabras siguientes: "algo, que acontece en el alma nacional y que no se expresa muy claramente, anda mal y se siente en el aire. Hay una suerte de malestar generalizado. No estamos cómodos los chilenos dentro de nuestro territorio, dentro de nuestro pellejo, dentro de nuestros entornos más inmediatos." Olvidé ya por qué no seguí escribiendo esa vez, pero ahora pienso que puede haber sido porque las cosas ya habían comenzado a precipitarse a una velocidad rasante y me hicieron vacilar respecto a lo que iba a escribir. En ese momento pensaba, en efecto, que el malestar constatado tenía explicaciones básicamente internas, incluyendo todo el devenir histórico de Chile. Mirando las cosas desde la perspectiva de ahora, creo que la respuesta no sería idéntica. Sin perjuicio de los factores propiamente locales, hoy no tengo duda de que también hay factores externos que no nos han dejado indemnes. Así, por un lado hay desarrollos históricos que, por no haber sido bien resueltos, han dejado heridas que aún no cicatrizan. Pienso en la situación de los derechos humanos en la dictadura de Pinochet y en el modelo ecómico heredado. En ambos casos estamos lejos de haber superado lo que correspondía superar. Pero a eso se añade un contexto mundial que ha impregnado nuestra cultura de modo negativo. El consumismo y el individualismo no parecen ser pandemias chilenas solamente, sino claramente planetarias. Y han invadido nuestra vida cotidiana. Estos solos ejemplos bastan para dar comienzo a un debate que busque superar estos males. Aquí queda, a lo menos, insinuado.

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miércoles, agosto 29, 2007

RAÍCES REMOTAS DE MALES ACTUALES

Nadie duda hoy de que el país experimenta sentimientos confusos de malestar y desasosiego. En política, hay una Concertación "desconcertada" y una Alianza de derecha incapaz, hasta ahora al menos, de aprovechar las debilidades de su adversario. Hay sectores sociales que protestan por todo, casi siempre con razón, y hay una clase empresarial alta con bolsillos muy llenos, que se “preocupa” de todo esto, porque no le garantiza un futuro tan bueno o mejor que el actual. Convive, además, con una clase empresarial media y baja a la que aplasta cada vez que quiere y puede. El sistema político no está cómodo, porque excluye a sectores significativos de toda representación, gracias a un sistema electoral que causa esta distorsión y que añade rigidez al entramado, haciendo inviables los desplazamientos políticos que pudieran necesitarse para seguir adelante. La economía avanza en lo macroeconómico en forma apreciable, aunque no espectacular, mientras en la microeconomía no se logran los mejores efectos que serían de desear, sobre todo en esta coyuntura en que hay recursos financieros y reservas relativamente abundantes. ¿Qué sucede? ¿Por qué todo esto?

Reflexionando sobre este cuadro, dibujado a pinceladas gruesas solamente, parece necesario, para ser breve, poner sobre el tapete tres circunstancias remotas que pesan, muchas veces inconscientemente, en el estado de ánimo actual. Ellas son la ilegitimidad de origen del sistema económico, la de la Constitución y las masivas violaciones a los derechos humanos. Cada uno de estos tres factores siguen estando presentes en la actualidad.

La Concertación tuvo claro esto al comenzar a gobernar. En lo económico, planteó desarrollar el país mediante un “crecimiento con equidad”. En lo político, postuló caminar hacia reformas constitucionales más sustanciales que las realizadas y aprobadas en el plebiscito del 30 de junio de 1989. Y en derechos humanos planteó, como vía hacia la reconciliación, verdad y justicia, con reparaciones incluidas, todo “en la medida de lo posible”. En los tres puntos se sentía el “peso de la noche” que había impuesto por la fuerza de las armas la dictadura de Pinochet y que obligaba a avanzar con suma cautela para no volver atrás.

Sin embargo, en estos tres casos, lo hecho, siendo considerable, ha resultado insuficiente.

En lo económico, el crecimiento no ha cejado, aunque haya caminado menos aceleradamente que en algunos momentos de los gobiernos de Patricio Aylwin y de Eduardo Frei R-T. Pero la equidad ha progresado demasiado a cuentagotas para la sensación cotidiana del ciudadano medio. Se esperaba más por el grueso del país y hoy, ante la bonanza económico-financiera, se espera todavía más.

En lo político, se dio un buen salto adelante en el año 2005. Hasta la firma de Pinochet dejó de figurar en el nuevo texto constitucional. Se eliminaron famosos enclaves autoritarios. Sin embargo, no se superó la valla del sistema electoral, dejando para después un punto neurálgico para que el sistema político mejorara en representatividad y en flexibilidad. Aquí quedó una asignatura pendiente de gran calado.

En derechos humanos, los informes Rettig y Valech abrieron rutas para avanzar en verdad y reparaciones, pero la justicia, en manos de un poder del estado que había abdicado de sus deberes más elementales durante la dictadura, resultó demasiado lenta y vacilante, a pesar de algunas sentencias condenatorias importantes y valiosas.

Pienso que una discusión seria sobre estos tres puntos podría servir de base para intentar una construcción más sólida de la realidad futura del país. Reitero que este planteamiento no agota, ni mucho menos, todo lo que hay por delante. Pero, tal vez, al acertar en aspectos muy centrales, permita, como debe hacerse siempre en toda sociedad humana, abrir el juego y mostrar de nuevo los horizontes hacia donde la inmensa mayoría quiere caminar, como paso ineludible para dar con las soluciones reclamadas.

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