viernes, enero 13, 2006

EL PAÍS POR CONSTRUIR: DE UN MODELO DOMINADOR A UNO SOLIDARIO

En el silencio impuesto por la ley electoral, hecho bienvenido en estos tiempos de bullicio electorero y farandulero, creo que se puede dejar planteado un tema medular, que, entre todos, debiéramos discutir, diseñar y realizar en el futuro. Se refiere al modelo de sociedad que Chile debe llegar a tener. No podemos conformarnos con lo que hemos hecho todos hasta ahora. Hemos construido un país que, teniendo virtudes y potencialidades inmensas, muestra también terribles carencias que lo frenan. Pienso que nuestra situación debe ser analizada desde una perspectiva integral. Esto significa hacer un esfuerzo para ver lo que sucede en los diversos aspectos de nuestra realidad. Se requiere entonces, para comenzar, un diagnóstico integral o completo. Hecho esto, se debe encontrar un camino capaz de encarar el conjunto de los desafíos. Finalmente, la puesta en práctica de lo que se determine deberá ser también consistentemente integral. Quiero esta vez, en cuatro ejes, bosquejar las áreas temáticas que comprende un enfoque de esta naturaleza, o sea, integral:
  1. El tema es cultural antes que nada. Se sitúa en las ideas y creencias que tenemos en la cabeza los chilenos sobre lo que es y debe ser nuestro país. El "alma de Chile", de la cual habló en su tiempo el recordado Cardenal Silva Henríquez, fijará siempre la orientación final de nuestra sociedad. Por eso coloco este aspecto en primer lugar. Es un largo y complejo asunto que aquí sólo se menciona. Requerirá, más adelante, tratamiento especial.
  2. El tema es también institucional, sistémico. La organización política y jurídica no es indiferente en relación a la sociedad que tenemos. En términos históricos, venimos saliendo de una auténtica orgía de autoritarismo, protagonizada por una contrarrevolución impuesta a sangre y fuego en 1973. La superación de la misma se ha venido haciendo de modo evolutivo, reformista, y no revolucionario. Ha sido una prueba dura de paciencia y persistencia, no apta para impacientes. Se ha avanzado mucho, pero queda igualmente otro buen trecho que recorrer.
  3. A las dos dimensiones anteriores, esencialmente colectivas, se unen dos individuales. La primera es externa y trata del cuidado y desarrollo físico y mental de cada persona. La salud pública y la medicina, incluyendo particularmente la neurología, tienen aquí un rol muy grande que jugar.
  4. La segunda es interna y se refiere al desarrollo de la conciencia de cada persona. Su avance nunca es parejo y determina fuertemente lo que sucede en las otras tres dimensiones. La psicología es fundamental en este ángulo de la realidad.

Toda apuesta política nueva deberá tener presente esta estructura, de una realidad en cuatro dimensiones y no, como suele hacerse, tomando en cuenta una sola de ellas. La chatura de lo que se ha hecho radica en esta falla central. Partiendo de la situación actual de Chile, en que hemos heredado un modelo dominador y patriarcal de larga data (no sólo desde 1973; en verdad, desde el pasado colonial), pienso que es imperioso, además, encaminar a Chile hacia un modelo solidario. El primero tiene una larguísima y accidentada historia. Estaba retrocediendo desde hacía algunas décadas, cuando volvió por sus fueros con inusitada violencia, al imponerse en Chile la dictadura de Pinochet en 1973. El segundo modelo, el solidario, que ahora planteo, no surge de la nada en este momento. Hay raíces. Deberemos tenerlas muy en cuenta, para incluir lo avanzado en lo que se haga a partir de ahora. Sin embargo, pese a las muchas cosas realizadas con la recuperación de la democracia y la llegada de la Concertación al gobierno en 1990, falta un largo trecho por caminar. Diría más: falta casi todo lo más importante por hacer. Dejo aquí este planteamiento, que se entronca con varios artículos que he escrito aquí sobre la necesaria renovación política e ideológica que se necesita en el mundo y, desde luego, en Chile. Continuaré desarrollándolo en el nuevo panorama que está por abrirse en nuestro país.