martes, septiembre 13, 2005

GOLPE MILITAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 (IV)
Y ahora entrego la parte final de este texto:
"10.- El régimen militar le dejó una herencia multifacética a la sociedad chilena, como no podía ser de otra forma tras estar decidiendo su destino en forma directa durante 16 años y medio. Las sombras han sido señaladas en forma sintética. Sobre las luces hay que decir algunas cosas. Hay sectores, siempre de derecha, que muestran las realizaciones económicas del gobierno de Pinochet como lo que justifica todo lo negativo que haya habido. Y, en verdad, en este aspecto tienen muchos puntos donde afirmarse, porque hubo un vuelco muy profundo en este campo, susceptible de ser calificado como “revolucionario”, por su radicalidad. El cambio aquí fue grande y sus efectos perdurables. Sin embargo, corresponde decir también que se cometieron graves errores en lo económico, pagándose un altísimo costo social por parte de los más débiles, que fueron los grandes perjudicados durante todo el curso de la dictadura." "11.- Augusto Pinochet Ugarte, sujeto gris como el que más hasta poco antes del golpe, se convirtió en el último gran personaje de la historia chilena del siglo XX, siendo la figura central del corte radical experimentado por Chile a partir de aquel 11 de septiembre de 1973. Junto a Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo, Pedro Aguirre Cerda, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, integra el pequeño grupo de políticos más influyentes del país en este período. Una biografía política de él, que alguien escribiera, por ejemplo, con el rigor de las escritas por Isaac Deutscher sobre Trotsky y Stalin, arrojaría muchas luces sobre su persona y el entorno histórico en el que surgió, actuó y murió. En todo caso, a grandes rasgos, debo decir que el personaje es fascinante desde muchos puntos de vista. Desde luego, está atravesado, en su propia persona, por enormes y complejas contradicciones. Hacia fuera despierta odios y amores irracionales y definitivos. Matizar en torno a él suena a herejía, a entrega vergonzosa a una u otra postura extrema. Mucha gente en Chile y en el mundo no acepta términos medio. En el extranjero su mala fama abarca a más personas que dentro de Chile. Para vastas capas de la población europea, por ejemplo, Pinochet es paradigma del mal. Con sus actuaciones públicas, Pinochet le provoca problemas incluso a sus partidarios, porque es tosco para hablar. Bastante vulgar en su lenguaje, muestra una faceta oscura de su personalidad. El día del golpe su forma de referirse a la gente de la UP (“jetones” y “mugrientos” son para él, entre otros, hombres tan respetables como José Tohá y Clodomiro Almeida, sus jefes hasta poco antes de ese día) y sus recomendaciones de eliminarlos, incluyendo a Allende (“y después el avión se cae”) este aspecto alcanza su máxima expresión, pero mantiene este carácter durante toda su vida. (Cf. Interferencia Secreta de Patricia Verdugo). Bernardo Leighton, víctima suya, -¡qué duda cabe!- lo llamaba "nuestro Pino". Cuando le pregunté la razón para llamarlo así, me respondió simplemente: "porque es nuestro, nos pertenece, nació entre nosotros, es chileno...". Tal vez aquí esté una explicación a lo menos contextualizadora de este personaje. Pinochet es en verdad un producto nuestro, chileno, sólo explicable en el país que los chilenos hemos creado a lo largo de nuestra historia, con todas sus luces, pero también con sus muchas sombras, que a veces tratamos de ocultar. Su complejidad refleja la de toda la sociedad dentro de la cual hemos vivido. Fuimos los chilenos los que inventamos el sistema político de la Constitución de 1833 y lo mantuvimos vigente hasta 1925, cuando nos dimos la Constitución que murió en 1973. Fuimos los chilenos los que participamos voluntaria o forzadamente en los eventos plebiscitarios de 1978, 1980, 1988 y 1989, generando situaciones que sólo nosotros podemos entender a cabalidad. Todo lo sucedido en nuestra tierra, desde antes de la Colonia hasta el presente, nos pertenece desde siempre y para siempre. Alegrías y sufrimientos acaecidos en tierra chilena son parte de una historia común. Así, somos los propietarios legítimos de terribles divisiones: carreristas y o'higginistas, pipiolos y pelucones, balmacedistas, ibañistas y pinochetistas con sus respectivos "antis", todos estos bandos han existido y existen desde nuestra independencia. Las guerras civiles del siglo XIX también nos pertenecen. Y, para terminar, el enfrentamiento político suicida que culminó en 1973 es, también, completamente nuestro. Creo que esta es la manera correcta, sana y elevada de ver las cosas para poder avanzar en la comprensión histórica de lo sucedido y tratar de lograr un cierto acuerdo relativo al respecto."

NOTA: escribí hace un par de años este texto y ahora no lo modifiqué, ni complementé. Los hechos que se han ido conociendo en el último tiempo no modifican sustancialmente el cuadro. Más bien, en cuanto a Pinochet se refiere, lo empeoran.