lunes, septiembre 12, 2005

GOLPE MILITAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973 (III)
Aquí va la tercera entrega:
"7.- El 11 de septiembre de 1973 el Presidente de la República, Dr. Salvador Allende, se quitó la vida por sus propias manos. Durante muchos años se afirmó que había muerto acribillado por las balas del enemigo durante un enfrentamiento directo. Allende, que portaba una metralleta regalada a él por Fidel Castro, como quedó grabado para la posteridad en una histórica foto, disparó al parecer desde la Moneda un par de veces, pero, por todo lo que se sabe de sus movimientos de ese día, esa habría sido en cualquier caso, de ser efectiva, una actividad esporádica y más bien de carácter simbólico, de aliento a quienes tenían a su cargo la tarea específica de defender el Palacio de la Moneda. El testimonio del médico Gijón, que dice haber visto el instante del suicidio, nunca ha sido desmentido y luce veraz y plausible. La única foto del cadáver de Allende que se ha publicado hasta ahora, una vez en la RDA en 1973 y otra por mí en la revista “Análisis” en 1983 (cf. Suplemento de “Análisis” Nº 1, Septiembre de 1983), descarta por completo la posibilidad de que Allende haya sido acribillado por terceros. En cambio, muestra su cabeza semi-destrozada por las dos balas de la ametralladora que él accionó para quitarse la vida, disparándose desde la barbilla hacia arriba, en una especie de “tiro de médico” que le aseguraba la muerte instantánea, al revés de la agonía, presenciada con visible emoción por Allende, de su íntimo amigo y colaborador, el periodista Augusto Olivares, quien se había disparado en la sien una hora y media antes. Este hecho del suicidio del Presidente, que sólo tiene parangón con el de Balmaceda, revela, a mi juicio, el alto sentido del deber histórico que tuvo Allende, quien no se dejó tocar en vida por los que querían expulsarlo del poder apoderándose físicamente de él para mandarlo al exilio y, con seguridad, mandarlo a matar después (..."y el avión se cae, viejo" dijo Pinochet mientras daba el golpe, como ya veremos). En este sentido, también puede afirmarse que él fue asesinado, porque se lo acorraló hasta el punto de no dejarle prácticamente otra alternativa que la del suicidio. Estas consideraciones me llevaron a decir, en una intervención mía en la Universidad Central de Venezuela en septiembre de 1998, que en su muerte participaron dos voluntades, la de los golpistas, que lo querían muerto, y la de él mismo. A mi juicio, Allende obró, así, muy concientemente y defendiendo la majestad de su cargo y la dignidad del régimen democrático dentro del cual él había querido, a lo largo de toda su vida, hacer realidad sus ideales de justicia. 8.- La historia no olvidará tan fácilmente las violaciones masivas de los derechos humanos practicadas por el gobierno de Pinochet, ni lo liberará de responsabilidad personal y, desde luego ética y política, en esta materia. Siempre recordaré una cena con el entonces obispo de Antofagasta, monseñor Carlos Oviedo Cavada (posterior Arzobispo de Santiago y Cardenal), que tuvimos en Heidelberg, en la casa del sociólogo José Escaida, un grupo de becarios, en 1978. Allí el abogado Roberto Mayorga, que tenía gran capacidad para hacer preguntas difíciles, dirigiéndose directamente a Oviedo le dijo: “¿Quién tiene, a su juicio, la responsabilidad moral y política por la violaciones a los derechos humanos que se han cometido y se siguen cometiendo en Chile?” La respuesta fue seca y sin titubeos: “Uno solo: Augusto Pinochet Ugarte”. Los hechos fueron tan traumatizantes para tantos chilenos, que tardará décadas la curación de las heridas. Aunque pudieren fallar las pruebas judiciales, hay suficientes evidencias históricas que avalan la responsabilidad personal de Pinochet en estos hechos. Desde el instante en que él asume la conducción del golpe hay huellas abundantes al respecto. Notable es la grabación de su voz ordenando medidas represivas. Allí queda meridianamente clara la intención de Pinochet de matar, en lo posible, a Allende. En un momento en que el Almirante Patricio Carvajal confirma con Pinochet que mantendrán el ofrecimiento a Allende de sacarlo del país, su respuesta es: “Se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país y el avión se cae, viejo, cuando vaya volando.” En otra parte, Pinochet, siempre dialogando por radio con Carvajal, le dice, respecto a la gente que está por salir, rendida, de la Moneda: “La opinión mía es que estos caballeros se toman y se mandan por avión a cualquier parte, e incluso, por el camino los van tirando abajo”. ¡Esta era la catadura moral de quien se iba a hacer cargo ese mismo día de los destinos de Chile por los siguientes dieciséis años y medio! Esto opacará siempre su gestión como gobernante, a lo que se agregará un hecho que tardó mucho en emerger y que terminó por hundirlo: sus manejos corruptos de dineros fiscales. Quedará sólo una discusión sobre la política de desarrollo económico y social aplicada, que significó un vuelco muy grande para Chile, a un enorme costo social paga la población más débil. 9.- La inesperada detención de Pinochet en Londres, a mediados de octubre de 1998, a raíz de un imprudente e inconsulto viaje suyo, demostró a los chilenos muchas cosas importantes. Por de pronto, puso de relieve la profundidad de las heridas causadas por acciones directas de su gobierno, que se habían traducido, en su momento, en violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos en una escala desconocida hasta entonces por el país. Dejó en evidencia, igualmente, la horrorosa imagen internacional de su persona, que, en la práctica, significó convertirlo en un concepto, en una idea, en un ícono, representativos del mal, sinónimos de lo perverso en el planeta. Europa, gobernada mayoritariamente por la socialdemocracia, al igual que lo había estado para la época del golpe del 11 de septiembre de 1973, puso en evidencia que no lo había olvidado y no le había perdonado el derrocamiento de Allende, quien sí tenía buena imagen internacional en ese momento. La derecha chilena, isleña, provinciana, autorreferente, de una mediocridad penosa y lamentable, mostró tener igualmente una ignorancia clamorosa de las raíces profundas de la cultura europea. En verdad, ofreció un espectáculo ridículo, triste. Aunque al gobierno de Eduardo Frei R-T este episodio le trajo problemas imprevistos y se vieron afectados principios de derecho internacional muy serios (inmunidad diplomática y, sobre todo, territorialidad de la justicia), Pinochet tuvo lo suyo en la etapa postrera de su vida. En efecto, experimentó, acompañado por su familia y sus amigos más cercanos, algo del dolor que él, con su gobierno, contribuyó a causarle a decenas de miles de compatriotas suyos.
Finalizará mañana...

1 Comments:

At 6:05 p. m., Anonymous Anónimo said...

Muy entretenido... Saludos

 

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