lunes, agosto 01, 2005

RENOVACIÓN IDEOLOGICA Y POLÍTICA EN CHILE (I)
Después de cuatro reflexiones introductorias, corresponde entrar ahora al espinoso suelo chileno y dar primero un panorama general de la evolución de las ideas y los partidos políticos a lo largo de su historia independiente casi bicentenaria. Nuevamente será un breve bosquejo.
En el siglo XIX, con un país emergiendo a la independencia del dominio colonial español, el debate político se centró en organizar el Estado. El resultado más sólido de ese esfuerzo fue la Constitución de 1833. Dominado por una economía agraria, con alguna actividad minera en lento ascenso y un comercio exterior que también fue adquiriendo forma poco a poco, Chile vivió bastante aislado del mundo. Se parecía a una isla, alejada además de los grandes centros mundiales, que en ese tiempo estaban en Europa.
En ese contexto, hubo un área temática que dividió las aguas por varias décadas. Me refiero a las llamadas "cuestiones teológicas", que produjeron un enfrentamiento entre conservadores y liberales. Estas dos fuerzas, claramente dominantes en dicho siglo, no tenían grandes diferencias en materias económicas. Discrepaban en un campo que hoy llamaríamos "valórico" y que tenía como protagonista a la Iglesia Católica. Los líderes conservadores, predominantemente provenientes de la agricultura, se sentían su "brazo político", lo que era consentido e, incluso, estimulado por la jerarquía eclesiástica. Los liberales, más urbanos, comerciantes y profesionales, tendían a no aceptar la ingerencia clerical en la vida nacional y buscaban una organización más laica del Estado. Desde el sector minero, que adquiere vigor creciente en la segunda mitad del siglo XIX, y desde sectores profesionales y de la burocracia estatal, surge el partido radical. También aparecen los demócratas, nutridos de pequeños comerciantes y del incipiente proletariado obrero. Radicales y demócratas jugarán roles más decisivos en el siglo siguiente. Los radicales, aunque muy disminuidos están presentes hasta hoy. Un sector de los demócratas alimentó los primeros contingentes del partido comunista. El resto desapareció, disperso, en el abanico partidista de la segunda mitad del siglo XX.
En el siglo XX, como es lógico, el cuadro político se hizo mucho más complejo y diferenciado. Dos estratos sociales, anteriormente muy pequeños, llamados comunmente proletariado y clase media, comenzaron a crecer con fuerza a medida que se desarrollaba, por un lado, la minería y surgían las primeras industrias, y, por el otro, comenzaba a crecer la burocracia y el contingente de profesionales titulados en las universidades del país. En 1920 estas nuevas energías sociales se identificaron por un instante con el discurso encendido y bastante demagógico de don Arturo Alessandri y lograron llevarlo a la Presidencia del país.
Los acontecimientos mundiales, pese a la lejanía, influyeron siempre en Chile. Pero la intensidad de dicha influencia aumentó mucho con la revolución rusa de 1917, marcando un hito fundamental. El partido comunista chileno llegó en este período a ser la fuerza política latinoamericana más dependiente del comunismo soviético. Debido a ello, el partido socialista marcó la diferencia negándose a aceptar lo que percibía como una verdadera tutela ejercida desde Moscú.
La Iglesia Católica chilena, por su parte, se vio obligada a cambiar su estrategia de desarrollo cuando se le impuso, por acuerdo directo del Vaticano con don Arturo Alessandri, la separación con el Estado en 1925. Su aplicación, impulsada desde el Vaticano, la condujo a distanciarse del partido conservador, abriendo el espacio necesario para el surgimiento de la futura democracia cristiana. La doctrina social de la Iglesia, definida por los Papas a partir de 1891 y de León XIII con su Encíclica "Rerum Navoarum", se constituyó en un poderoso instrumento cohesionador de jóvenes conservadores de la década de los 30, dando lugar a la dinámica que desembocaría, en 1957, en la fundación del partido demócrata cristiano.
Lo digno de destacar aquí, a la luz de lo escrito en los cuatro vistazos introductorios mencionados al comienzo, sirve para terminar por hoy: los desarrollos ideológicos dominantes de la política chilena durante casi todo el siglo XX correspondieron a respuestas bastante maduras dadas para la emergente sociedad industrial chilena, inspirándose en modelos predominantemente europeos.