miércoles, marzo 15, 2006

LOS GRANDES DESAFÍOS

El gobierno encabezado por Michelle Bachelet, enfrenta ya, como es normal, algunos desafíos iniciales. Se refieren a los ineludibles nombramientos y a la implementación de las primeras medidas programáticas (debieran ser las 36, perfectamente identificadas, que la actual Presidenta planteó durante la campaña). En el primer punto, salvo incidentes que considero menores, el grueso de la labor se viene haciendo bien. También en lo programático se están dando los primeros pasos. Aquí no quiero entrar en los detalles de este accionar, sino subrayar los que creo son los desafíos mayores y que atravesarán todo este período. Considero la educación y la pobreza, lejos, los retos de mayor envergadura. Mejorar sustantivamente la calidad de la primera, sobre todo para los más pobres, y seguir reduciendo la pobreza, ahora con acelerador a fondo, son las tareas más trascendentes de este gobierno. La Reforma Previsional se inscribe claramente en este conjunto, así como las medidas en salud y en vivienda.
La educación es la clave básica del desarrollo integral de Chile, la herramienta que puede hacer carne la mayor inclusividad de nuestra historia, si se la implementa con acierto. Se ha hecho mucho y eso no se niega hoy. Pero quedan vitales tareas pendientes, sin cuya realización todo el esfuerzo podría quedar a medio camino. El problema más elemental se refiere a los espacios físicos y la cobertura de la población en edad escolar. Hay que tener buenos locales para todos, con equipos modernos y materiales cada vez mejores. Pero sabemos que esto, que tiene una dimensión cuantitativa indudable, no lo es todo. Se debe avanzar cada vez con más vigor hacia lo cualitativo, porque es en este aspecto donde se evidencian todavía falencias reales. Ahí se incluye el delicado tema de la capacitación de profesores, la metodología actual de la enseñanza y muchos aspectos más. Es indudable que el actual gobierno tiene un compromiso grande en este campo y que jugará parte de su prestigio en lo que haga ahí. Aunque, como es obvio, los efectos los palpará el país muchos años más tarde, no puede eludirse la urgencia de aplicar medidas ahora. De no hacerse, la postergación de los resultados dañará a muchos jóvenes, negándoles un mejor futuro que merecen y el país necesita.
La pobreza es la gran deuda histórica del Chile actual para con millones de personas que aún la sufren. Que se puede combatir con éxito este mal es algo que ya lo han demostrado los tres gobiernos anteriores, que la han reducido a la mitad. Pero quedan dos millones y medio a tres millones de pobres. No van a salir de su condición todos ellos en estos cuatro años, pero hay que intensificar las políticas públicas destinadas a este fin, para acelerar el proceso. El país cuenta con más recursos para ello y con menos argumentos para eludir la tarea.
Por sobre todo, estamos frente a imperativos categóricos que nos impone la solidaridad humana con los más débiles. Por eso se trata de una enorme labor de conjunto, que debe comprometernos a todos, sin exclusión. El Gobierno tiene una responsabilidad primordial, pero no puede quedar solo en la gran tarea. Necesita el apoyo de la ciudadanía, de los partidos políticos de gobierno y oposición, de los empresarios, de los medios y de todos los actores relevantes de la vida nacional. Si todos cumplen bien su papel, saldremos adelante. Es lo que todos esperamos.