martes, junio 06, 2006

EDUCACIÓN: ¿ES LA ESCUELA UN TABÚ? (IV)

Si revisamos el debate presente en Chile nos damos cuenta que nadie cuestiona la escuela. Al parecer, hemos sido domesticados por esta herramienta y ya no imaginamos el mundo sin ella. Razonamos como si hubiese existido desde todos los tiempos. Es hora, creo, de comenzar a reflexionar críticamente, porque ni existió siempre, ni tendría que ser, en el complejo mundo actual, el instrumento único de la enseñanza.
La primera vez que tuve noticia de alguien que sentara a la escuela en el banquillo de los acusados fue en 1974, en Alemania, leyendo un pequeño ensayo de Ivan Illich, que se titulaba "La desescolarización de la sociedad" ("Die Entschulung der Gesellschaft" en alemán). La segunda vez sucedió en mi hogar, también en Alemania, cuando el hijo mayor, Alejandro, con 15 años de edad, decidió dejar el colegio, entre otras cosas, "porque quieren prepararme para defender lo que existe y no estoy de acuerdo con eso" (ultrasíntesis de un pensamiento que él explicitó de modo mucho más diferenciado). La primera arremetida era intelectual, académica. La segunda era directa, vital y nos llegaba a un hogar donde una postura como la señalada podía sentar precedente en los hermanos menores (cinco en ese momento; después llegaron otros dos más). Sin embargo, nos llamó la atención, a mi esposa y a mí, la semejanza en el contenido de la crítica.
Quedémonos esta vez con algunas citas de Illich, tomadas de una edición en red de su libro, posterior al ensayo que leí en 1974, titulado ahora "La sociedad desescolarizada". Ellas pueden ilustrar lo que él decía y permitirle a cada lector juzgar por sí mismo si concuerda con sus puntos de vista, o no.
Comenzaremos en esta ocasión por la introducción a su polémico libro. Allí Illich dejó en claro que desarrollaría una idea que flotaba en ciertos ambientes y, sobre todo, que trataría de pensar en alternativas, despejando desde el comienzo la posibilidad de ser acusado de anarquista. Illich, como quizá todos nosotros en el Chile de hoy, jamás había puesto en duda la necesidad de hacer obligatoria la escuela para todos. Hasta que comenzó a percatarse "de que para la mayoría de los seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela". Si se quiere, el "derecho a aprender" estaría atrapado, dominado, reducido por "la obligación de asistir a la escuela", bajo la convicción de que este deber forzado hace real el "derecho a aprender". Para Illich, esta sacralización de la escuela no es solamente institucional. Es también cultural, algo que, como él dice, está arraigado en "el ethos de la sociedad". Vienen a continuación los dos párrafos más importantes de su introducción. Con su cita terminaré este artículo:
"La educación universal por medio de la escolarización no es factible. No sería más factible si se la intentara mediante instituciones alternativas construidas según el estilo de las escuelas actuales. Ni unas nuevas actitudes de los maestros hacia sus alumnos, ni la proliferación de nuevas herramientas y métodos físicos o mentales (en el aula o en el dormitorio), ni, finalmente, el intento de ampliar la responsabilidad del pedagogo hasta que englobe las vidas completas de sus alumnos, dará por resultado la educación universal. La búsqueda actual de nuevos embudos educacionales debe revertirse hacia la búsqueda de su antípoda institucional: tramas educacionales que aumenten la oportunidad para que cada cual transforme cada momento de su vida en un momento de aprendizaje, de compartir, de interesarse. Confiamos en estar aportando conceptos necesarios para aquellos que realizan tales investigaciones a grandes rasgos sobre la educación -y asimismo para aquellos que buscan alternativas para otras industrias de servicio establecidas. Me propongo examinar algunas cuestiones intrigantes que se suscitan una vez que adoptamos como hipótesis el que la sociedad puede desescolarizarse; buscar pautas que puedan ayudarnos a discernir instituciones dignas de desarrollo por cuanto apoyan el aprendizaje en un medio desescolarizado; y esclarecer las metas personales que ampararían el advenimiento de una Edad del Ocio opuesta como tal a una economía dominada por las industrias de servicio." La introducción concluye con la firma, el lugar y la fecha: "Ivan Illich, Ocotepec, Morelos, México, enero de 1978".
¿Un tabú intocable la escuela? Al menos no para mí. Volveremos pronto sobre esta temática.