martes, octubre 04, 2005

EL CUMPLEAÑOS DE MARCELA
Nuestra fallecida hija Marcela cumplía hoy 39 años (en la foto: Marcela, la segunda de derecha a izquierda, acompañada por su primo Sergio Grumberg, su amiga Patricia Bola y el suscrito, en el departamento que habitábamos en Caracas). Recuerdo cómo recibí la noticia de su llegada al mundo. Nació en Viña del Mar, el 4 de Octubre de 1966, mientras me encontraba en Nueva York formando parte de la delegación chilena a la XXI Asamblea General de las Naciones Unidas. Estábamos en las oficinas de la Delegación de Chile, reunidos con Gabriel Valdés, el canciller de la época, cuando le entregaron un fax recién transmitido desde el Ministerio de Relaciones Exteriores situado en Santiago. Lo leyó y, poniéndose de pie, difundió su contenido: se pedía en él comunicarme que había nacido "Nina II" (mi esposa se llama Nina y en ese momento la recién nacida no tenía nombre propio..., ¡de modo que la bautizaron por su cuenta como "Nina II"!). Valdés me abrazó y, a continuación, todos los presentes hicieron lo mismo. Fue un momento muy emocionante y, quizá por eso, inolvidable. Así me enteré que había sido padre por segunda vez.
Este día se presta, por lo tanto, para recordar, otra vez, de manera intensa a Marcelita. No podemos olvidarla, porque creó en vida lazos amorosos muy fuertes con todos los que formamos parte de su familia. En nuestros apegos naturales, esos lazos nos hacen echarla de menos y desear que su muerte accidental, que tendemos a ver como prematura, no hubiese sucedido.
Hoy deberíamos haber participado en una fiesta de cumpleaños. De los ocho hijos, ella fue tal vez la que más se preparaba para ese día. Muchas veces fue ella misma la que organizó su celebración.
Como ya lo he dicho, ella sigue muy presente. Sabemos que no está en un "sitio" determinado, en el sentido físico-espacial con que percibimos la dimensión en la que nos movemos mientras vivimos en esta tierra. Pero sabemos y sentimos que ella vive en una realidad de plenitud total y que nos transmite la confianza de que, llegada la hora de cada uno, nos reuniremos para integrarnos a un mundo definitivo e imperecedero.
Este recuerdo es más breve que otros, pero no menos sensible al hecho de su ausencia física. Aunque no hay día en que no la recordemos, hoy todo está más a flor de piel, sin caer en la desesperanza, ni en tristezas devastadoras. Nos sostienen para ello sus propias enseñanzas, que hemos mencionados en otras ocasiones. Por eso, tenemos que decirle todos, hoy como ayer, ¡feliz cumpleaños, Marcelita!
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El 20 de julio pasado, en este mismo lugar, publiqué un recuerdo más completo. Lo puede consultar el que quiera.

4 Comments:

At 3:36 p. m., Blogger Otto Boye said...

Gracias, Felipe y Erminia. Las experiencias duras de la vida enseñan muchas cosas. La muerte, que nos llega a todos los vivientes, sin excepción, es la más difícil. Nos preparamos mal para aceptarla y hasta considerarla bienvenida llegada la hora de cada cual. El año 2003 fue para nosotros el momento definitivo al respecto: primero fue mi hermano Gustavo. Pocos días después fue un amigo que vivía con él. Finalmente vino la pérdida de Marcela. A partir de ahí todo cambió y decidimos hablar, leer y reflexionar sobre la muerte y el morir. A raíz de las solidarias y serenas palabras de ustedes conversamos con Nina sobre una idea, ya pensada antes, que pronto vamos a echar a caminar vía un blog especial. Ya comunicaremos los detalles y cómo acceder a él. Gracias nuevamente y un gran abrazo de Nina y mío para ustedes.

 
At 7:46 a. m., Blogger Adolfo Braüchi Mesina said...

Otto:

Luego de leer tu post,lleno de amor y cariño hacia una hija que siempre estará a vuestro lado, solo me queda sumarme, como lo señalas, "con todos decir, hoy como ayer, ¡Feliz Cumpleaños Marcelita!"

Un fraternal saludo

 
At 11:05 a. m., Blogger Otto Boye said...

Agradezco todos los comentarios. Ellos son, además de su valor intrínseco, una gran compañía para nuestra familia. Felipe dice que tenemos una actitud "muy sana". Creo que es verdad. Proviene de las experiencias relatadas y, posteriormente, de algunas lecturas sobre la muerte y el morir, que nos han hecho muy bien. Ellas nos han permitido descubrir, entre otras cosas, una actitud casi generalizada en Occidente, claramente "insana" frente al morir y a la muerte. Ante este hecho natural -¡que al no excluir a nadie es el más democrático de todos!- reaccionamos huyendo de él, negándolo si es posible y, desde luego, tratando de no mencionarlo siquiera en las conversaciones. Hoy pensamos que la vida terrenal es tan fugaz, apenas un fragmento de eternidad, que debemos prepararnos para partir en buena forma. Y eso nos lo enseñó misteriosamente Marcela, pues ella varias veces dijo que se sentía preparada para ese trance. "Mi nave está lista, hermana", le dijo un día a Macarena, nuestra tercera hija, que era muy unida con ella. "Voy a morir joven, papá", me dijo a mí en otra ocasión. Y siempre expresó esto con alegría, sin miedo, como algo positivo que le iba a pasar. En fin, podría seguir contando cosas, pero basten éstas hoy para mostrarles algunos detalles de nuestra actual aproximación al tema. Los saludo a todos muy afectuosamente.

 
At 8:15 p. m., Blogger Hernan Gonzalez Vergara said...

Tengo y mantengo un respeto y un cariño inmenso por Marcela. Fue la que me rescato para esta tribu que tanto me ha aportado en la vida. A Marcela le debo buenas conversaciones y un trato siempre acogedor, y por cierto, una relación natural, nada de dramatica y sin ninguna beateria, con Dios. Lo que ciertamente se agradece. Y tengo ademas un nexo permanente con ella pues no pasaron ni diez minutos entre el momento en mi esposa me informo de la llegada de Daniela, mi ultima hija y el momento en que Catalina me cuenta que Marcela nos había dejado. Fue la concatenación de dos eventos muy fuertes. Soy de la tribu y como tal siento y recibo todas las expresiones que se han vertido hasta el momento. Un abrazo.

 

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