domingo, marzo 04, 2007

UNA REFLEXIÓN COMPLEMENTARIA

Lo dicho hasta aquí, desde la constatación de una crisis profunda y la existencia de un mundo "chato", hasta la necesidad de buscar soluciones integrales, puede hoy ser complementado con una cita de un libro que acaba de caer en mis manos. Se trata de la obra de José Bengoa, titulada "La comunidad perdida. Ensayos sobre identidad y cultura: los desafíos de la modernización en Chile." (Ediciones SUR, Santiago 1996). Dice Bengoa en el "Preámbulo" de su libro:
"Este libro habla de la comunidad perdida. Chile, al igual que muchas otras sociedades, posee la sensación de haber perdido parte de su identidad. Las décadas pasadas, llenas de revoluciones y contrarrevoluciones, alegrías y dolores, crisis y éxitos económicos, nos producen un sentimiento de haber roto los vínculos antiguos, y de no haber surgido aún los nuevos lazos que nos reentusiasmen por vivir -todos juntos- en sociedad." Aplicando las cuatro dimensiones de nuestro post anterior, estamos en el ámbito de lo interior colectivo, esto es, el campo del "nosotros", el espacio de la cultura. Sobre "sensaciones" y "sentimientos" colectivos hablará, entonces, el libro de Bengoa. Sigue así: "El crecimiento económico, persistente por más de una década en Chile [¡ya son dos décadas! OB], está siendo peligrosamente acompañado por el malestar. No son pocos los que observan que el anhelado desarrollo, meta de todos los proyectos sociales y políticos, provoca al mismo tiempo desazón, inseguridad, ruptura de viejas lealtades, en fin, pérdida de sentido." Estas líneas parecen escritas para este momento preciso. Han pasado diez años más desde que se escribieron y las cosas no son distintas. Agrega, finalmente, Bengoa: "Nuestra identidad se confunde frente a las transformaciones. No sabemos muy bien los que representamos o queremos ser como comunidad. Lo transitorio preside todo, el tiempo breve de las comunicaciones modernas rige el ritmo de la cultura. La ausencia de identidad debilita los sentidos colectivos y privatiza las frustraciones. Es por ello que hablamos de una pérdida de nuestra identidad, como quizá el fenómeno más profundo de una sociedad azotada por procesos de ´modernización´." A la luz de lo expresado por Bengoa y a lo visto en los últimos dos artículos anteriores, emerge un primer gran descuido del conjunto de políticas públicas y de todos los esfuerzos privados que han perseguido la llamada "modernización" del país, el descuido de la dimensión cultural. A los actores políticos y privados les ha faltado mucha sensibildad en este aspecto. Bajo Pinochet, si es que lo incluímos en el esfuerzo modernizador (algunos lo niegan), existió el "apagón cultural". No fue prioridad para Aylwin y Frei Ruiz-Tagle. Y con Lagos, que puso de relieve esta dimensión, los esfuerzos se quedaron cortos. Es probable que la Presidenta Bachelet también se quede corta. En nuestro esquema, ha sido descuidado el ámbito colectivo interior del "nosotros", o sea, el de la comunidad, para emplear el lenguaje de Bengoa. El país, así, sigue viviendo en una atmósfera chata, plana, fría, sin alma. Y esto trae aparejado el malestar que constatamos a cada rato y en cada rincón de nuestro país. Valga este aporte como complemento de lo dicho en los cuatro artículos anteriores.

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